Segunda sesión del ciclo ‘Una mirada a las Ciencias’
El doctor José Luis Cantero Lorente dictó la ponencia ‘Sueño, memoria y neurodegeneración’ en su discurso de ingreso como Académico Correspondiente de la Real Academia de San Dionisio
Continúa el ciclo ‘Una mirada a las Ciencias’ organizado y convocado por la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras. Este pasado martes, además, con una sesión académica doblemente significativa: en primer lugar por la calidad de contenidos expuestos por el doctor en Neurociencias José Luis Cantero Lorente y, en segundo término, por el ingreso de éste como Académico Correspondiente de la docta casa jerezana. Presidieron la sesión el presidente titular de la Academia Joaquín Ortiz Tardío, el presidente de Honor Francisco Fernández García-Figueras y el vicepresidente de Ciencias José Manuel Benítez del Castillo. Andrés Luis Cañadas Machado, Secretario General de la Junta de Gobierno, dio lectura al acuerdo de aprobación de nombramiento del referido doctor Cantero Lorente como Académico Correspondiente de la de San Dionisio. Seguidamente el Académico de Número Francisco Antonio García Romero expuso los méritos curriculares y las virtudes personales del protagonista de la noche.José Luis Cantero abordó la ponencia titulada ‘Sueño, memoria y neurodegeneración’. Para el conferenciante “las diferentes funciones biológicas de nuestro organismo recurren con una periodicidad establecida genéticamente y regulada por la exquisita coordinación existente entre relojes biológicos endógenos y sincronizadores externos. Un ejemplo bien conocido de ritmicidad biológica es el ciclo vigilia-sueño. Durante décadas, este ritmo circadiano ha sido considerado por los neurocientíficos y profesionales de la salud como uno de los ritmos biológicos más importantes a la hora de asegurar el adecuado funcionamiento de nuestro sistema inmunológico y nervioso, los cuales determinan en último término nuestra salud física y mental”.“Paralelamente a este escenario –continuó exponiendo-, nos ubicamos en una sociedad cada vez más exigente que intenta tumbar con drogas legales y hábitos contra natura lo que la evolución biológica ha tardado en esculpir millones de años. Los efectos de la cultura 24/7 (total disponibilidad a todas horas) no han tardado en dejarse notar, entrando en conflicto permanente con las imposiciones naturales del sistema circadiano cerebral que protege la integridad del ciclo vigilia-sueño. Los resultados de estos “insultos” a nuestros relojes biológicos deambulan por las instituciones sanitarias en forma de depresión, insomnio, pérdida del apetito, obesidad, alteraciones metabólicas, hiperactividad, deterioro cognitivo, disfunciones del sistema inmunológico, etc. Raramente, estos cuadros sintomáticos se encuadran en categorías diagnósticas bien establecidas, lo que además de complicar el tratamiento facilita la instauración del síndrome por tiempo indefinido en el organismo”.En efecto, la eficacia de los relojes que gobiernan la vida disminuye con el envejecimiento, “a medida que el sustrato biológico se degrada y pierde funcionalidad”. Cantero apostilló que, en este sentido, “el sueño, no es una excepción. Las personas mayores presentan de forma natural una desestructuración del ciclo vigilia-sueño, mostrando dificultades para mantener la continuidad tanto de la vigilia como del sueño. En paralelo, algunas funciones cognitivas, como la memoria, también se deterioran con la edad, y ciertas patologías neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, se instauran cada vez con mayor frecuencia en nuestra sociedad. Un hecho bien conocido es que los pacientes que sufren Alzheimer presentan más alteraciones del sueño y problemas de memoria. Sin embargo, aún estamos lejos de entender las relaciones existentes entre la fisiología del sueño, la memoria, el envejecimiento y la neurodegeneración”.
Cada vez hay menos dudas de que la enfermedad de Alzheimer evoluciona de forma silente décadas previas al diagnóstico, “lo que dibuja un escenario esperanzador de cara a su diagnóstico precoz y al diseño de fármacos más eficaces dirigidos a frenar y, eventualmente, prevenir las lesiones cerebrales asociadas a esta enfermedad”. Hoy sabemos que las personas con deterioro cognitivo leve, fase preclínica de la enfermedad de Alzheimer, presentan más alteraciones en la estructura del sueño que las personas mayores sin problemas de memoria, “pero queda por determinar si estas alteraciones del sueño podrían ser un marcador temprano de esta patología neurodegenerativa. Sin duda, el triángulo neurodegeneración, memoria y sueño tiene mucho que decir en relación con las fases incipientes de la enfermedad de Alzheimer”.