“Todo Chopin es un ‘Nocturno’ en esencia. El reino de Chopin era la noche”
Brillante sesión inaugural del ciclo ‘Otoño musical en la Academia’ a cargo del académico Carlos Murciano González
“Todo Chopin es un nocturno en esencia. El reino de Chopin era la noche”. Con estas palabras introducía el pasado martes el Académico de Número de la Real Academia de San Dionisio Carlos Murciano González su ponencia inaugural del ciclo ‘Otoño Musical en la Academia’ titulada ‘Chopin y el Nocturno’. Una sesión que a decir verdad tonificó el espíritu de cuantas personas desafiaron las inclemencias del tiempo y respaldaron esta conferencia ilustrada con varios fragmentos musicales. Presidieron la convocatoria el presidente titular de la Academia de San Dionisio Joaquín Ortiz Tardío, el presidente de Honor Francisco Fernández García-Figueras, el vicepresidente de Letras Antonio Murciano González y la académica adjunta a Secretaría General Pilar Chico López. Carlos Murciano trazó un muy explicativo recorrido autobiográfico y creativo sobre la existencia –ya inmortal- de Chopin subrayando que “el año que discurre, en el que se ha cumplido el bicentenario del nacimiento de Federico Chopin no ha tenido la repercusión que esperábamos los amantes de la música y de su música. Al menos, en España. Puede que los problemas que nos agobian, ajenos a la cultura, hayan gravitado sobre ésta negativamente”. Carlos Murciano prefirió centrarse en unos de los aspectos de la creación chopiniana -el Nocturno-, antes que plantear una visión abarcadora de su vida y su obra; y ello por dos razones: “una, porque esa obra, aún siendo esencialmente pianística, presenta una gran diversidad (valses, polonesas, scherzos, baladas, preludios, estudios, mazurcas…), y en consecuencia, abre tentadoras sendas al comentario; otra, porque el Nocturno, como género, ha sido considerado por muchos tratadistas como la esencia de toda la producción chopiniana”. Para el académico, “Chopin, pese a no ser el creador del Nocturno (lo fue el irlandés, John Field), sí lo llevó a su cima, e hizo de él -dicho queda- pieza fundamental de toda su obra. He detenido en alguno de ellos mi mirada, en especial, en el op. 48, nº 1, en Do menor, grave y hondo, que echa por tierra esa idea edulcorada, sensiblera y melosa que muchos tienen del piano del maestro, por culpa de errados intérpretes y lamentables adjetivaciones (“suspiros” y “plañideras” llegó a llamar uno de sus editores a sus Nocturnos opus 37 y 27)”. Al término de su intervención, Carlos Murciano leyó varios de sus poemas –algunos inéditos- dedicados a lo largo y ancho de su fecunda trayectoria literaria a la figura de Chopin.