Alejandra Guerra Castellano, nueva académica de número

November 18, 2025

La doctora en Biología Molecular y Biomedicina presentó «Mors et Vita: las mitocondria y el equilibrio de los opuestos»

La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez celebró en la tarde del martes 18 de noviembre de 2025 el solemne acto de ingreso como académica de número de Alejandra Guerra Castellano, doctora en Biología Molecular y Biomedicina por la Universidad de Sevilla, quien tomó posesión de su plaza ante el pleno de la Corporación. Antes de dar paso al protocolo habitual de estos actos, Juan Salido Freyre, invitó a los presentes a guardar un minuto de silencio por el fallecimiento de Álvaro Domecq Romero, académico correspondiente de la institución. 

La nueva académica, licenciada en Bioquímica en 2010 y poseedora del Premio Extraordinario de Doctorado del curso 2016–2017, pronunció el discurso titulado «Mors et Vita: las mitocondrias y el equilibrio de los opuestos», un trabajo que analizó el papel decisivo de las mitocondrias más allá de su función como productoras de energía, situándolas como ejes reguladores del delicado balance entre vida y muerte celular.

Este equilibrio —explicó la autora— resulta fundamental para comprender tanto la preservación de la salud como el origen de enfermedades metabólicas, neurodegenerativas o asociadas al envejecimiento. El discurso propuso un recorrido que enlazó biología molecular, evolución celular, filosofía natural y reflexión sobre el propio acto científico.

Su intervención mezcló la investigación más avanzada con la tradición humanista. En el inicio de su discurso, Alejandra Guerra afirmó: «Hoy, al incorporarme a esta ilustre institución, asumo con gratitud y compromiso la responsabilidad de contribuir a este propósito, compartiendo una mirada que nace de la observación, la curiosidad y el asombro ante los procesos vitales».
La investigadora defendió que el origen de toda ciencia reside precisamente en ese impulso inicial: «La ciencia es la hija de la filosofía», recordó citando a los presocráticos, a Aristóteles y a la propia evolución del pensamiento racional. Como resaltó, «investigar es ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie ha pensado», citando al Nobel Albert Szent-Györgyi para subrayar el vínculo entre observación científica y reflexión filosófica.

Guerra Castellano insistió en que la curiosidad infantil, el deseo de comprender y el acto de formular una pregunta constituyen los cimientos de toda investigación moderna. También estableció paralelismos entre la filosofía natural y el desarrollo de la biología, recordando que «observar, pensar y reflexionar eran pasos inseparables» en los albores del conocimiento.

La nueva académica planteó un recorrido por el origen de la vida, desde el caldo primordial hasta la aparición de las primeras células. Describió cómo, en la Tierra primitiva, moléculas simples comenzaron a autoorganizarse hasta generar estructuras capaces de replicarse: «De aquellas reacciones autocatalíticas surgieron las primeras estructuras vivas: las células procariotas», señaló.

Destacó la teoría endosimbiótica de Lynn Margulis, subrayando cómo la cooperación entre organismos ancestrales dio lugar a la célula eucariota moderna. En palabras de la investigadora, este proceso recuerda la afirmación de Montaigne: «No estamos hechos para vivir solos», frase que utilizó para ilustrar que la vida compleja nació de la integración y no de la competencia.


El núcleo del discurso se centró en el papel de la mitocondria como eje regulador de la homeostasis celular. Guerra explicó, que «las mitocondrias constituyen la interfaz entre la vida y la muerte», al producir ATP —la energía celular— y participar al mismo tiempo en la apoptosis o muerte celular programada.
«La enfermedad aparece cuando este equilibrio se rompe», afirmó, completándolo con la cita aristotélica In medio stat virtus y su adaptación personal: «Si el equilibrio se rompe, nace el mal» (Aequilibrium rompitur, malum nascitur).


La académica ilustró estos conceptos con una analogía reciente: el apagón eléctrico que afectó a España. Del mismo modo que la falta de energía paraliza un país aunque sus instituciones permanezcan intactas, la célula —explicó— pierde su orden interno cuando la mitocondria deja de funcionar, pese a que el núcleo conserve la información genética.

Asimismo, profundizó en la organización bioquímica de la cadena respiratoria, los supercomplejos mitocondriales y su plasticidad adaptativa, recordando que ha dedicado más de quince años de investigación al estudio del Citocromo C.

La contestación al discurso de ingreso corrió a cargo de Juan Carlos Durán Alonso, académico de número, quien inició su intervención aludiendo al progreso de la ciencia y su impacto directo en la salud pública. Recordó que «cada vez vivimos mejor», destacando que la esperanza de vida continúa ascendiendo gracias a los avances en medicina, biología y genética, así como a la adopción de hábitos de vida saludables.

Durán explicó que los médicos asistenciales se sienten «muy afortunados» por disponer de herramientas diagnósticas cada vez más precisas, mencionando resonancias, PET y técnicas quirúrgicas de alta precisión como los sistemas Da Vinci o el láser, que permiten intervenciones mínimamente invasivas. Según afirmó, este progreso «va parejo con algo que está detrás»: la investigación científica, a la que pertenece la nueva académica.

El académico expresó su admiración por la capacidad de Guerra Castellano para «mostrar lo invisible y hacerlo visible», destacando cómo su discurso había permitido comprender la vida y la muerte celular. En tono emotivo, señaló: «Qué bonito lo que nos has enseñado sobre la vida y la muerte. Qué orgullosa estaría tu tía Vicenta Guerra de verte hoy aquí».

Durán evocó, además, a los pioneros que estudiaron la mitocondria, mencionando a Carl Benda, Otto Warburg o Albert Lehninger, y se preguntó qué pensarían hoy al escuchar la claridad con la que Alejandra Guerra había explicado la importancia de este orgánulo.


El académico repasó de forma detallada la trayectoria científica de la nueva académica de número: licenciatura en Bioquímica (2010), Máster en Genética Molecular y Biotecnología (2011), programa de doctorado y tesis premiada sobre el Citocromo C, así como numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Extraordinario de Doctorado y el galardón de la Real Sociedad Española de Química.

Enumeró también las becas competitivas obtenidas por Guerra Castellano desde 2009, su producción científica —24 publicaciones, ocho de ellas como primera autora—, más de cincuenta comunicaciones en congresos internacionales y diversas alianzas de investigación con instituciones como la Universidad de Sevilla, Mahou o González Byass. Puso énfasis en su aportación a estudios metabolómicos vinculados a la industria agroalimentaria y al análisis de la huella digital del vino de Jerez.


Durán destacó una faceta especialmente humana de la académica: su labor de divulgación científica para niños, mencionando su libro 'La ciencia es un cuento', escrito junto a Almudena Guerra, y afirmando que ese espíritu divulgador «tiene un mérito increíble».

Finalmente, subrayó que Jerez reconoce hoy su talento: «Tu ciudad y tu Real Academia de San Dionisio también reconocen esta labor y te premian con este acto».