La segunda de las conferencias del ciclo Jerez Siempre tenía lugar en la tarde del martes 23 de enero con la disertación del catedrático de la Universidad de Granada Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz sobre «Cofradías penitenciales: una válvula de escape social en la Edad Moderna».
Según el ilustre ponente, el estudio de las hermandades y cofradías se abordaba de forma subsidiaria y generalmente anecdótica en la historiografía tradicional. Como una suerte de casticismo religioso que perdura en el tiempo, con no pocos altibajos, como parecía manifiesto en la trayectoria histórica de la Semana Santa procesional en España, y en particular en Andalucía.
Desde los estudios pioneros de Rumeu de Armas o de Domínguez Ortiz quedó en evidencia que un enfoque de historia social es imprescindible para entender esas realidades asociativas, generalmente de laicos, a lo largo del tiempo, y de forma especial en la época moderna, en la que alcanzaron su cenit y se conformaron en unas relaciones, a veces tensas, con la Iglesia, hasta el punto de conformar, la piedad popular emanada de las cofradías, uno de los frutos más genuinos de la reforma católica que se plasmó en el concilio de Trento.
De este modo, destacó López-Guadalupe Muñoz que las fuentes de archivo, aunque muy dispersas, ofrecen diversidad de testimonios documentales referidos a cofradías andaluzas (siglos XVI al XVIII), que hay que analizar desde esa óptica de lo social.
Precisamente esa fue la base de la conferencia ofrecida por el catedrático de Granada. No tanto en los fines explícitos de aquellas hermandades penitenciales andaluzas, como son el culto y la caridad, sino en los fines implícitos, bien subrayados desde el ámbito de la Antropología con los estudios pioneros de Isidoro Moreno.
En suma, el conferenciante lanzaba una serie de cuestiones: «¿Qué significaba la pertenencia a la cofradía para las gentes de la edad moderna?, ¿qué aportaban a la hermandad y que esperaban de ella?, ¿qué papel jugaba la cofradía en la estrategias colectivas y personales de afianzamiento social?, ¿qué labor asistencial desplegaba en aquellos tiempos muy marcados por la precariedad material?, ¿qué “privilegios” podían obtener sus miembros desde su militancia cofrade?».
Desde esta óptica histórica, no institucional, sino social y de las mentalidades la cofradía emerge sin duda como el fenómeno asociativo más extendido bajo el Antiguo Régimen. El estado absolutista y la sociedad estamental que lo sostiene admitían válvulas de escape para la participación del estado llano en la vida social y para paliar las enormes desigualdades, legales, del sistema. Las cofradías y hermandades, instaladas en la oficialidad (aprobación de sus reglas por la autoridad eclesiástica y a veces también por la real), desplegaron toda una suerte de medidas para favorecer a sus miembros.
De este modo, siguiendo el tenor de una selección de documentos, se abordaron los requisitos para admisión de hermanos y diversos criterios de exclusión social. Asimismo, el alcance del asistencialismo en beneficio de los cofrades y la obtención de privilegios de diverso tipo, materiales, solidarios y espirituales, era algo muy valorado por las personas a la hora de solicitar el ingreso en estas corporaciones. Por último, se insistió en determinados signos de identidad que definieron al colectivo cofrade y las prácticas comunitarias de resistencia a los ataques que la piedad popular sufrió por parte de las autoridades.
El encargado de abrir y cerrar la sesión fue el presidente de la Real Academia de San Dionisio, Juan Salido Freyre, y la presentación del conferenciante recayó sobre Javier E. Jiménez López de Eguileta, académico de Número de esta Corporación y Miembro del Centro de Estudios Históricos Jerezanos.