Obituario publicado en Diario de Jerez el 26 de julio de 2022 bajo la firma de Bernardo Palomo.
Conocía a Luis Gonzalo desde hacía tiempo, mucho tiempo; fue a raíz de una muestra suya en aquella vieja sala de exposiciones que la, entonces, Caja de Ahorros de Jerez, tenía en la Plaza de las Marinas, en el Polígono de San Benito. Allí me encontré con un pintor especial; un artista con una solvente manera de plantear la figuración a la que él concedía una dimensión diferente, llena de excelencias artísticas. Era a todas luces un pintor con un lenguaje muy particular, dominador nato del dibujo y poseedor de una facilidad extrema para llenarlo de color, de matices, de festivos tonos pigmentados con certera habilidad.
Después, Luis Gonzalo, se hizo más presente, mucho más presente por su exuberante capacidad creativa donde los proyectos se sucedían con compulsiva manifestación. Porque una de las notas identificativas del pintor era su infinita capacidad para llevar a cabo todo tipo de asuntos relacionados con la creación plástica. Luis Gonzalo era capaz de compartir la dirección de una Escuela de Arte con el trabajo artístico, con la investigación y con la búsqueda incesante, así como introducirse, al mismo tiempo, en los complejos de una Escuela Superior de Ingeniería o de una Facultad de Medicina, pintar los frescos de una iglesia, dar forma a materiales con pinturas especiales, promover la creación de un Museo en su barrio natal o, crear una Fundación. Luis Gonzalo era una bomba activa de buen hacer; una bomba de generosidad absoluta que se daba a todos y por todos.
Lo artístico, como todo en la vida, es un trabajo exigente, muy exigente; hay que estar muy dispuesto para no caer en un adocenamiento abrumador. La profesión artística nunca debe permitir indolencias ni indolentes. Cuando esto ocurre, el desenlace crea indiferencia, no atrapa la mirada ni mucho menos pellizca el alma. La pasión creativa de Luis Gonzalo no ofrecía duda alguna. Era artista de muchos perfiles. En todos sus planteamientos, por muy diferentes, atrevidos y complejos que estos fueren, subyacía su espíritu inquieto, su ejercicio constante, su entusiasmo y dinamismo. Y en todas estas circunstancias diferentes, de tan dispar naturaleza, se apreciaba un modelo de actuación, una dirección personalísima, una línea constructiva que serpenteaba y orlaba una arquitectura vibrante y llena de sensual cromatismo.
No era, por tanto, Luis Gonzalo un artista al uso. Lo podíamos encontrar en los ambientes más insospechados, siempre aportando un vendaval de ideas, siempre dejando constancia de su infinita generosidad y siempre mostrándose abierto a cualquier situación. Como artista, la obra de Luis Gonzalo estaba clara y muy bien definida; su pintura estaba envuelta en una magia que la hacía única, personal e intransferible. Todo ello nos conducía por una obra llena de carácter, belleza plástica y vibrante energía.
El currículum de Luis Gonzalo era extenso. Luis Gonzalo era artista conocido. Por eso, no escribo nada nuevo si planteo que el gran mérito de Luis Gonzalo era, sin lugar a dudas, su trabajo pictórico; su lenguaje único, personal, lleno de esencias cromáticas y bellas grafías definidoras que resaltan felices encuadres que relatan o evocan. En su trabajo subyacía una realidad festiva, sensual y convincente que atrapaba la mirada, conmovía el espíritu y abría las máximas perspectivas de la emoción.
No puedo, por menos, terminar estas frases escritas desde la emoción y el pesar por la pérdida reciente del artista con algo que es conocido y experimentado por todos. A Luis Gonzalo lo animaba la mayor de la generosidad que uno pueda imaginar. Se lo garantizo desde mi posición de trabajador del Arte. Luis Gonzalo era pura generosidad. Infinidad de instituciones, las Academias de Cádiz y Jerez, las Escuelas de Arte, los Ayuntamientos, las Hermandades… lo pueden constatar.
La memoria de Luis Gonzalo va a prevalecer en el tiempo. No se va a ir, así como sí, tan importante pintor y tan pasional persona. La historia lo va a eternizar; nosotros lo llevaremos siempre en nuestro corazón. Honor y gloria, por siempre y para siempre, querido Luis.