En la sede de la Real Academia de San Dioniso tuvo lugar la conferencia impartida por el académico de número José Luis Jiménez García bajo el título «El jerez: Vino y cultura en Japón». El conferenciante resaltó que el vino de Jerez va más allá de una simple bebida alcohólica, que es además hacedor de cultura, tal como nos lo recuerda el título de la trilogía de la también académica, historiadora y bodeguera, Carmen Borrego. Hecho que queda patente en el caso tratado, cuando estos vínculos entre España y Japón trascienden las simples relaciones comerciales.
En el 2019 el número de turistas japoneses que visitaron España fue de 687.000. La gran mayoría buscando los atractivos que ofrecen las ciudades como Barcelona y Madrid. Pocos se aventuran por el sur de Andalucía, tan solo unos 6.000 de ellos visitaron la provincia de Cádiz, y aquellos que lo hacen, atraídos por el flamenco, muestran poco interés por los vinos del Marco.
Sin embargo, la relación de nuestros vinos con Japón es centenaria. El primer embajador español que desembarcó en aquellas lejanas tierras fue el explorador y aventurero extremeño Sebastián Vizcaino, en 1611. Para agasajar al Shogun, el señor feudal de aquellas tierras, lo hizo con vino de aquí, tal como él cuenta: «A las cosas del comer se inclinó poco y al Xerez mucho». Remarcando las posibilidades que tenía nuestro vino entre los nativos, además de las etílicas: «les gusta empinar el codo y aun emborracharse: un buen jerez sería allí el mejor misionero de la fe cristiana».
Japón cerraría sus fronteras a la influencia extranjera durante unos doscientos cincuenta años, terminando su aislamiento en 1854. España
estableció las nuevas relaciones diplomáticas en 1868. Durante ese tiempo el jerez llegaría a Japón en pequeñas cantidades,
vía comercio holandés y británico, o por la vecina Filipinas, para consumo de un grupo muy selecto, entre ellos el mismo emperador.
No sería hasta los primeros años de la década de los `70 del siglo XX que los japoneses tuvieron la oportunidad de volver a beberlo. Y lo
hicieron con el Tío Pepe de González Byass. La unión con la poderosa compañía distribuidora Mercian, de Japón, perdura hasta nuestros
días.
Tal fue el impacto en la sociedad nipona que en 1974 Jerez dedicaría la Fiesta de la Vendimia al país del sol naciente, con la presencia del
embajador japonés, Shoji Sato. En estos años muchos sherrybars se han abierto en las principales ciudades, como Tokio, Osaka o Kioto. El más veterano de todos el Sherry Club de la capital, inaugurado en 1986 por la señora Michiko Takahashi.
Resaltar que en el 2005 el Sherry Club obtuvo el reconocimiento del Record Guinness al ofrecer a sus clientes la mayor cantidad de marcas y
tipos de vinos del Marco. Un momento excepcional en estas renovadas relaciones sería la visita a Jerez, en 1992, de príncipe heredero, y actual emperador, Naruhito. Las bodegas de González Byass conservan la bota donde plasmó su firma.
El académico José Luis Jiménez García ha tenido la oportunidad de visitar Japón en dos ocasiones, en el 2016 y en el 2018, invitado por
las universidades de Shinshu y Kanagawa respectivamente; en esta última con motivo de celebrarse el 150 aniversario de la firma del tratado de
amistad, comercio y navegación entre España y Japón, que tuvo lugar en 1868.