Magistral ponencia del catedrático de Historia Moderna y director de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz Manuel Bustos Rodríguez en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras
La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras celebró el pasado martes una nueva sesión de su programación del curso 2016-2017. En esta ocasión fue la conferencia titulada "El traslado de la Casa de la Contratación y del Consulado de Indias a Cádiz y su efecto sobre la ciudad y su entorno", pronunciada por el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz y director de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz Manuel Bustos Rodríguez, la que centró el contenido de una propuesta sumamente interesante para investigadores e historiadores. La presentación de Manuel Bustos corrió a cargo del Académico de Número de esta corporación jerezana Francisco Garrido Arcas. Manuel Bustos dictó una ponencia magistral que satisfizo por largo a la concurrencia. Su docto conocimiento de la materia y su reconocida y reconocible amenidad en la oratoria de nuevo propiciaron una intervención impecable. Destacamos a continuación algunas aseveraciones y entrecomillados textuales:
“El día 12 de mayo del presente año 2017 se cumplirán 300 años de la promulgación del Real Decreto, firmado por el almirante D. Andrés de Pez, ordenando el traslado a Cádiz de dos instituciones señeras del comercio con América: la Casa de la Contratación y el Consulado de Cargadores a Indias, establecidas hasta entonces en la vecina ciudad de Sevilla. Se trataba de la culminación de un largo proceso, iniciado mucho antes, tras la búsqueda del lugar más conveniente donde situar la cabecera del monopolio comercial con las Indias, sistema escogido y luego aplicado por los reyes españoles para mejor proteger la ruta hacia el Nuevo Mundo, conocida tradicionalmente como "Carrera de Indias". Y aunque los monarcas decidieran en un primer momento, no sin vacilaciones, que el monopolio residiese en Sevilla, creando en esta ciudad, en 1503 y 1543 respectivamente, las referidas instituciones, Cádiz y su bahía permanecerán en una espera activa hasta 1717, fecha en que han de conseguir finalmente imponerse a la capital hispalense”.
“Años atrás, en 1679 concretamente, la ciudad ya había obtenido de facto la cabecera del monopolio, debido tanto a las buenas condiciones portuarias de su Bahía, como al peso económico y demográfico que venía adquiriendo Cádiz. En efecto, fue en tal fecha cuando se dio autorización expresa para que las flotas y galeones pudiesen hacer sus salidas y entradas hacia y desde América tomando la Bahía como centro. Pero, al menos desde la segunda mitad del siglo XVI y hasta ese momento, Cádiz gozaba de hecho del privilegio de guardar los barcos de las flotas y de ver salir una parte de los mismos desde su misma Bahía, sin tener que subir hasta Sevilla para registrarse”.
“Así pues, el traslado concedido por Felipe V en 1717 puso el punto final a una solución ya implícita desde mucho antes, al conseguir, como parecía lógico, que el Consulado y la Casa, cuya razón de ser estaba estrechamente vinculada al comercio y la navegación hacia Indias, se establecieran en el mismo lugar donde residía ya el monopolio. De todo ello se abundará hoy en la Real Academia de San Dionisio en un acto de entrada libre y gratuita hasta completar aforo”.
“Para Cádiz, la Bahía y su entorno, esta decisión iba a representar el impulso hacia una época de esplendor, prácticamente en todos los órdenes, así como una proyección universal sin precedentes. Esta situación, con altibajos, se alargará hasta la independencia de los territorios americanos, ya avanzado el siglo XIX, aunque viniese declinando desde finales de la anterior centuria. Consecuencia del traslado del monopolio comercial y de las instituciones adscritas al mismo, será la transformación de la ciudad en verdadero “Emporio del Orbe”, como le había llamado en el siglo precedente Fray Gerónimo de la Concepción con acertada fase”.
“De esta forma, la concesión de la Casa y del Consulado a Cádiz no ha de considerarse sólo como un acontecimiento esplendoroso para la ciudad, pero limitado exclusivamente a lo local. Por el contrario, dicho evento representa la inserción culminante de Cádiz y su entorno en un mundo cada vez más interdependiente, con dos columnas que le servirán de soporte, a semejanza de las que acompañan al Hércules mítico del escudo de la ciudad. Nos referimos a Europa de una parte, en especial su zona atlántica con sus puertos en animada actividad mercantil durante el siglo XVIII y, de otra, a los de la América hispana, con su extensión, a través del galeón de Manila, hacia las Filipinas y Oriente. Sin olvidar un punto de inserción esencial, las islas Canarias, que sirvieron de escala necesaria a las naos de Cristóbal Colón en su epopeya americana y, más tarde, para las de la Carrera de Indias”.