"Comprar acciones es convertirse en propietarios de compañías"
La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras continuó el pasado martes con su ciclo ‘Economía y Sociedad’. El licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y Máster en Economía y Dirección de Empresas (MBA) por el IESE Josep Prats dictó la ponencia titulada 'La oportunidad de invertir en bolsa'. Fue presentado por el Académico Numerario y vicepresidente de Artes Juan Salido Freyre.
Según Prats, "si seguimos diariamente las cotizaciones bursátiles podemos llegar a pensar que la compra de acciones es algo similar a una lotería. Y no lo es. Comprar acciones es convertirse en propietarios de compañías. Si esas compañías venden más, obtienen más beneficios y aumentan sus dividendos, a largo plazo, su valor aumenta".
Para el ponente, "los precios de las acciones, las cotizaciones bursátiles, pueden oscilar de forma aparentemente aleatoria en el corto plazo. Pero a largo plazo tienden a evolucionar de acuerdo con los beneficios empresariales". En agregado, "los beneficios empresariales tienden a crecer a un ritmo similar al de la economía. La economía, a nivel global, está creciendo a un ritmo aceptable, superior al 3%. Las economías desarrolladas crecen a ritmos de entre el 1% y el 2%, y las emergentes, en especial las asiáticas, lo hacen a tasas cercanas al 5%. De los 7.000 millones de personas que hay en el mundo solo 2.000 millones tienen un poder adquisitivo suficiente para participar en la economía global, para ser clientes de las grandes compañías multinacionales cuyas acciones cotizan en bolsa. Pero cada año se incorporan a dicha masa de consumidores decenas de millones".
Prats afirmó que "en China, hace 10 años, solo 20 millones de familias tenían automóvil; hoy más de 120 millones de hogares lo tienen. La globalización es un hecho incontestable y el mundo se ha convertido en un mercado único, en el que los bienes y servicios, y las personas que están dispuestas a producirlos, se mueven con total libertad".
Finalmente matizó que "la disponibilidad ilimitada de mano de obra presiona a la baja los salarios de los países desarrollados, y asegura inflaciones bajas. Y las inflaciones bajas aseguran tipos de interés bajos. En este contexto, la inversión en renta variable gana atractivo frente a la renta fija".