Texto: Adrián Fatou
Las IV Jornadas de Archivos Privados, que fueron desarrolladas a lo largo de la semana pasada en la Sala Compañía, han tenido este año por tema los archivos fotográficos y las propuestas para su gestión y conservación. Como director de dichas jornadas no quiero dejar pasar la ocasión y hacer un balance de lo que ha supuesto este período de reflexión sobre uno de los múltiples papeles que la fotografía desempeña en nuestra sociedad, tanto como documento patrimonial e identitario, como lenguaje con una fuerte componente cultural y artística.
Con independencia de la nómina de ponentes de primer nivel estatal y autonómico que han pasado por la tribuna de la Sala Compañía, con ponencias más o menos acertadas a juicio de los más de 130 participantes en las mismas y su variada procedencia e intereses, creo que las jornadas dejan un saldo positivo a tenor de lo siguiente:
- Ha quedado evidente el importante valor documental que la fotografía puede tener a la hora de dejar testimonio histórico de una sociedad, de los grupos sociales que la forman, del entorno físico en el que se desarrollan, de las cuestiones cotidianas, antropológicas o simplemente sencillas o domésticas de una época, de un lugar y de las gentes que lo habitaron.
- Ha quedado evidente la importancia de conservar este patrimonio para conocer mejor el futuro de esta sociedad.
- Ha quedado evidente la necesidad que una sociedad tiene de reconocerse en su imagen identitaria, para saber no sólo quienes somos sino de dónde venimos y hacia dónde vamos.
- Ha quedado evidente los enormes valores que el lenguaje fotográfico tiene para expresar con cierto grado de objetividad todas estas cuestiones, sin tener por qué además desprenderse de otros valores de índole artística.
- Pero además, estas jornadas han servido para muchas más cosas. Han despertado la curiosidad y el interés en la historia de la fotografía en gran número de los asistentes. Han servido para conocer mejor esos lugares donde se conserva y se le da valor al archivo de documentos fotográficos. Desbordaron todas las previsiones las visitas a la Casa de Medina Sidonia, al Museo del Dique de Navantia y a las fototecas de Bodegas Tradición y Fundación González Byass.
Pero si me remonto a la génesis de estas jornadas creo que el balance es aún más positivo. Las jornadas se generan por la confluencia de distintas entidades que en este año llega a tres, referentes culturales de la ciudad: Academia San Dionisio, Fundación González Byass y Asociación de Amigos del Archivo. Que en esta ciudad, tan poco dada a aglutinar esfuerzos, cedan sus protagonismos en aras a conseguir un objetivo común, es siempre un ejemplo a seguir. Y los resultados creo que han animado no solo a los organizadores a apoyar la iniciativa en el futuro, sino que además el apoyo y entusiasmo de las entidades colaboradoras, Ayuntamiento, Bodegas Tradición, Arte y Memoria, Vinfra S.A., Diario de Jerez o Agrupación Fotográfica San Dionisio se ha podido apreciar en aumento conforme se desarrollaba el evento. Estoy convencido de una mayor implicación de dichas entidades en próximas ediciones.
Y, por último, no quiero dejar de mencionar las secuelas de las jornadas que perdurarán para disfrute de la ciudad durante varias semanas. Me estoy refiriendo a las dos exposiciones que se han generado a partir de las mismas: la exposición Ragel. Reporter fotógrafo que se exhibe en el marco incomparable de los Claustros de Santo Domingo y su extensión sobre temas de caza en un singular montaje integrado entre las botas de una de las bodegas jerezanas más representativas del corazón de la ciudad, concretamente en Bodegas Tradición, en calle Cordobeses.
Todo esto no ha ocurrido porque sí, es el resultado del esfuerzo y apoyo de muchas personas, tanto de las instituciones antes mencionadas como otras que de una forma u otra también han colaborado. Y, por supuesto, al apoyo de las personas que al asistir han demostrado el interés por estos temas. Pero sería injusto por mi parte no mencionar a los miembros de la comisión organizadora: Andrés Cañadas, Jesús Anguita, José Montero y Manuel A. Barea, que no han escatimado esfuerzos antes y durante las jornadas para que todo funcionara según lo planificado, para que todo fuera un éxito. Un éxito de todos.