La historia de la paga de Navidad centró la ponencia de José Enrique Ruiz Pilares en la Real Academia de San Dionisio
La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras acogió este pasado martes –conjuntamente con la colaboración de la Asociación Jerezana Amigos del Archivo- la ponencia ‘Rastreando los orígenes de la paga extraordinaria de Navidad en Jerez de la Frontera: la ordenanza de 1474’ dictada por el posgraduado del Departamento de Historia Medieval de la UCA José Enrique Ruiz Pilares, quien estuvo presentado por el Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz y Académico Correspondiente Alfonso Franco Silva. Presidió la sesión académica el presidente titular de esta Real Academia Joaquín Ortiz Tardío.
Destaquemos a continuación algunas referencias textuales de la ponencia de José Enrique Ruiz:
- “Antes de centrarnos en la citada ordenanza de 1474, debemos comprender el contexto histórico que vivía esta ciudad a fines del medievo. Demográficamente Jerez era una ciudad en pleno crecimiento, las 6 tradicionales collaciones o barrios interiores no daban abasto en estas fechas a una población que se agolpaba en los arrabales de San Miguel y Santiago. Era la segunda ciudad más importante y poblada del reino de Sevilla –prácticamente las actuales provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva- tras la propia capital”.
- “La sociedad era muy dinámica, a diferencia de lo que ocurría en la gran parte del reino castellano, donde la diferencia entre las élites y las capas dominantes era insalvable. La situación estratégica de esta ciudad, entre la Frontera y el Mar, permitía que aquellas familias que supieran aprovechar sus habilidades militares en la frontera, o consiguieran acceder al servicio privado de la Corona o la Nobleza territorial –Casa de Arcos, Medina Sidonia, Medinaceli o Tarifa- consiguieran mejorar su posición social. Pero tampoco podríamos explicar esta dinámica sin la expansión comercial que vivía la ciudad, el pujante comercio – al que el profesor Mingorance acaba de dedicarle una magnífica tesis doctoral- o una buena gestión de su riqueza agropecuaria, basada especialmente en el ganado vacuno, la calidad de sus vinos, y las grande explotaciones de cereales que permitían un término municipal tan inmenso como el jerezano. Todos estos aspectos fueron claves para acceder a cuotas de poder bastante importantes, incluso al propio regimiento de la ciudad”.
- “Analizado minuciosamente a los actores concejiles, nos centraremos en el contexto de la citada ordenanza de 1474. La ciudad, y por tanto el concejo, se encontraba divida en dos bandos, “el de arriba” y el “de abajo” desde el siglo XIV. Estos se posicionaron de parte de los dos grandes nobles de la zona, el marqués de Cádiz y el duque de Medina Sidonia, cuando el conflicto bélico estalló entre ellos en 1471 por controlar el reino de Sevilla. Cuando el duque se apoderó de Sevilla en 1471, los partidarios del marqués en Jerez, le ayudaron a tomar la ciudad. Rodrigo Ponce de León, expulsó a los partidarios más poderosos del duque, y consiguió controlar el concejo, nombrándose corregidor. Enrique IV, legalizó este título regio, por intromisión del poderosísimo suegro de Rodrigo, Juan Pacheco. Lo extenuante del conflicto, una guerra donde era imposible derrotar al otro, ya que aunque el duque era más poderoso, el marqués era mejor militar, llevo a ambos a firmar las paces de Marchenilla en 1474. El duque permaneció controlando Sevilla y el Marqués Jerez, no obstante, permitió la reincorporación de sus contrarios a sus oficios. En este ambiente simbólico de cordialidad y reconciliación nace esta ordenanza. Se acuerda que anualmente con los ingresos de la llamada renta de 20 al millar, se les haga a los capitulares en el cabildo una serie de regalos. Se trataba de carbón y gallinas. El primero fundamental para estas terribles fechas. El segundo clásico en los censos y alquileres de la época, donde se pagaba un par de ellas por Navidad”.
- “Las cantidades acordadas en la ordenanza son las siguientes. Se observa el completo respecto a la jerarquía donde el corregidor, o dos alcaldes mayores nombrados entre los regidores, en caso de rara ausencia del corregidor, reciben los regalos más jugosos. La segunda posición es indiscutible para los regidores. A partir de aquí, el jurado es el último que recibe corcho, el escribano por su fundamental función en el cabildo recibe 4, y el resto reciben 2 o 3. Valorada la gallina en estas fechas en un real, 34 mrs, desconocemos el valor de los corchos, para la mayoría de los oficiales, el valor de estos regalos tiene más de simbólico que económico. Esta ordenanza estuvo vigente a finales del siglo XV, pero cayó en el olvido a inicios del siglo XVI. En 1519, sabemos que la renta de 20 al millar ya no era destinada a estos regalos, y en la cuenta de propios no aparece una sola mención a los gastos que ocasionaban estos regalos. A falta de nuevas pruebas, que confirmen lo contrario, esta ordenanza como muchas otras había quedado obsoleta poco después de la guerra de Granada”.
- “La ordenanza de 1474 no fue la única de estas características. En 1484 los capitulares, con el apoyo de todos los asistentes aprobaron una por la cual cada nueva oficial concejil debía entregar como presente a cada capitular un par de gallinas y un plato de roscas de miel, algún tipo de dulce típico para celebrar la bienvenida de los nuevos oficiales. Como antes he indicado, y observaremos al analizar el patrimonio de estos oficiales, el valor de estos regalos es puramente simbólico. Estas pagas, incluso las ordinarias, apenas tenían un peso significativo en sus rentas anuales, pero el acceso a estos oficiales, especialmente el de regidor, les permitía, además de influir en las decisiones de asuntos que les afectaban directamente, un prestigio social clave en una sociedad caballeresca como la medieval. Ellos ocupaban los principales lugares en fiestas, como el Corpus. En la visita regia de los Reyes Católicos a la ciudad en 1477 los regidores fueron los encargados de llevar el palio de los monarcas. Además, capitanean milicia concejil, representaban a la ciudad ante reyes y nobles, y cómo no, esta posición de preeminencia les hacía granjearse el reconocimiento social por los vecinos”.