Un acto de justicia siempre a tiempo. A tiempo y a compás. Llegó, vio y venció. José Mercé –respetuoso, respetado- se hizo enseguida con el auditorio. Su dicción clara, transparente de inequívoca sinceridad, la limpia fonología de la expresión flamenca remojada entonces en el tintero de la experiencia vivida y revivida. “Ustedes me perdonarán que hoy hable tanto de mí, de mis cosas, de mi aprendizaje”. Ese inmanente júbilo compartido con desparpajo y responsabilidad, con simpatía y conocimiento de causa, como un crisol de emociones inéditas. El “enorme honor que siento dentro de mí” palpitando en los hondones del alto título académico que recibiría al término de una convocatoria a no dudarlo muy esperada en la ciudad. “Después de este nombramiento ya he recibido todo lo que podía esperar”, manifestaba de veras feliz José Soto Soto ‘José Mercé’. “Y además de mi tierra, en mi tierra”. El renombrado cantaor estaba ilusionado y agradecido a partes iguales minutos antes de su discurso de ingreso en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras.
La sesión académica del pasado martes 12 de los corrientes registró un lleno absoluto de público. Familiares, amigos, artistas, seguidores de Mercé se congregaron en torno a un nombramiento que ya el Académico de Número y flamencólogo y Premio Nacional de Poesía Flamenca en 1977 Manuel Ríos Ruiz calificó en su presentación como merecido “por sus cualidades artísticas: su voz, su eco, su conocimiento del cante de su tierra y su gran repertorio, basado en la seguiriya, soleá y bulería, principalmente. Y por pertenecer a la legendaria aristocracia flamenca de Jerez”.
Presidieron el acto la alcaldesa de Jerez María José García-Pelayo, el presidente de la Real Academia de San Dionisio Joaquín Ortiz Tardío y el Secretario General Andrés Luis Cañadas Machado. No faltaron representantes municipales -como Antonio Saldaña, Javier Durá y Antonio Montero-, de federaciones y peñas flamencas, artistas, numerosos académicos de ésta de San Dionisio, aficionados al arte flamenco… Ríos Ruiz indicó que Mercé es “un cantaor que no se ha contentado con el don de su eco, sino que se ha preocupado por tener sabiduría artística”. Joaquín Ortiz subrayó que “estamos en Jerez y es una cuna del flamenco donde ha habido historia y tradición. Creo que la ciudad aporta al flamenco un valor importante, y la Academia no es ajena a este fenómeno cultural”.
“Ya puedo saludaros como compañeros académicos, ¿verdad?”. Con estas palabras -tañedoras acepciones de la humildad del ponente- comenzaba su breve pero intenso discurso aquel “chiquillo que de chavea fue a conquistar Madrid” y que ahora ocupaba la tribuna de oradores de una Real Academia “que me ha distinguido con esta maravilla de nombrarme académico”. Su mujer Mercedes y los suyos en la presidencia de honor reservada al efecto, primera fila del arropo más concercano. Enseguida las frases de Mercé enhebraron un carisma capaz de aferrarse a la vigencia de los recuerdos. Su estirpe gitana, la raíz, los genes, los modelos en los que “tanto me fijé”. Y nombres como Antonio Gallardo, Tío José de Paula, Sordera, Antonio Gades… Mercé pronto sentaría plaza porque, como señalara Ríos Ruiz minutos antes, “su arte es la prueba irrevocable de la grandeza del cante en Jerez de la Frontera”. Mercé reivindicó el distintivo de
calidad del flamenco cuyo lenguaje, cuya interpretación “debemos exportar constantemente porque el flamenco es marca España”.
Quiso el nuevo académico reincidir en su apuesta por “la evolución del flamenco pero sin perder sus raíces. Quizá por esta razón yo, desde el año 1998, he hecho un flamenco que ha llegado más a los jóvenes, he metido a mucha juventud en el canasto del flamenco, aunque algunos críticos me hayan dado algunos palitos por mi intención de evolucionar. Y están en su derecho de criticarme como yo también estoy en el mío de procurar hacer cosas nuevas que, insisto, nunca pierdan sus raíces”. Especialmente emocionado se mostró Mercé al recibir la medalla de la Real Corporación Académica y el título correspondiente. Y tras pronunciar un muy espontáneo y castizo “¡Ea, pues ya soy académico, ¿lo habéis visto ustedes?” obsequió a la concurrencia con unos cantes acompañado a la guitarra por Diego del Morao y a las palmas por su mujer Mercedes y por El Chicharito. La Real Academia de San Dionisio evidencia así, una vez más, su más patente defensa del arte flamenco.