“La flagelación de Jesús duró 45 minutos y además se realizó con el flagelo romano y sin límites de azotes”
El magistrado y escritor José Raúl Calderón Peragón dictó en la Academia de San Dionisio la ponencia ‘¿Fue legal el juicio a Jesús?’
Con una muy exhaustiva profusión de datos y sustentado en el rigor de una investigación de veras contrastada, el magistrado y escritor José Raúl Calderón Peragón, doctor en Derecho por la Universidad de Granada, dictó el pasado martes en la Real Academia de San Dionisio la ponencia ‘¿Fue legal el juicio a Jesús?’ cuya exposición mantuvo intacta la atención del público. Tras la presentación del Académico de Número Francisco Garrido Arcas, el ponente desglosó los muchos interrogantes siguientes: ¿Fue legal el juicio a Jesús? ¿Por qué se le condenó? ¿Se siguieron todos los pasos previstos en los ordenamientos jurídicos judío y romano o, por el contrario, se violaron sistemáticamente las normas procesales?
Interesante punto de partida para la reflexión colectiva en una sesión académica enmarcada en los tiempos de vísperas de la Semana Santa. Agitador y perturbador, incitador a la violencia, autoproclamado realeza, impagador de los tributos al César, sedicioso. Así –sobre poco más o menos- fue presentado Jesús ante Poncio Pilatos, procurador romano de Jerusalén, por los miembros del Sanedrín (máximo tribunal de los judíos), quienes necesitaban de la autoridad del legado del César para las condenas a muerte. Ante el Sanedrín, el Galileo fue presentado “como reo de muerte por blasfemia”, cargo eminentemente religioso y que de ningún modo Pilatos condenaría con la muerte. Por ello, los judíos decidieron cambiar los cargos.
“El proceso judío -sostiene José Raúl- comenzó con el interrogatorio al que Anás sometió a Jesús”. Para el ponente, esta acción constituye una primera irregularidad, “puesto que Anás ya no era Sumo Sacerdote y, por tanto, no podía ordenar detención alguna”. Tras un breve interrogatorio, Jesús es conducido “atado y por la noche” ante Caifás, sucesor de Anás, donde se le acusó a través de testigos, muchos de ellos falsos y no concordantes, de blasfemia. “La prueba ‘principal’ -sostiene el conferenciante- estaba en dos testigos que aseguraron que Jesús había dicho: “Puedo demoler el santuario de Dios y en tres días erigirlo”. Pero jamás existió una prueba testifical o física para la blasfemia.
La pregunta de Caifás a Jesús fue: “Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús respondió entonces “Tú lo has dicho”, lo que significaba “Yo soy lo que tú has dicho”, apunta el autor del estudio. “¡Ha blasfemado!”, fue la respuesta unánime de los miembros del Sanedrín. Sin embargo, la ley mosaica consideraba que “blasfemar era insultar a la majestad de Dios”, para lo que era necesario emplear el nombre sagrado revelado a Moisés, “Yahveh”, algo que Jesús jamás hizo.
Según las antiguas normas judías, “no podían ser tratados procesos criminales en sesión nocturna”, ni el acusado podía estar atado. El ceremonial recogido en el Talmud insistía en que eran necesarios “dos testigos detrás de una cortina, colocar a plena luz al inculpado y conjurar a que se retractase antes de registrar su delito”. “Nada de eso aparece en los Evangelios o en la tradición”, explica José Raúl Calderón. Según el magistrado “la flagelación de Jesús duró 45 minutos y además se realizó con el flagelo romano y sin límites de azotes”.