Ponencia don Ángel Romero Castellano – 29/01/2013

octubre 23, 2015


“Después de la enorme manifestación de Fe de tantos jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud era necesario comenzar una Nueva Evangelización”
 
El párroco de San Miguel y Académico de Número de la Real Academia de San Dionisio Ángel Romero Castellano analizó este pasado martes la figura de Santo Tomás de Aquino a la par que reflexionó sobre la dimensión evangelizadora del Año de la Fe

 
Una nueva sesión académica congregó esta pasado martes a numerosos jerezanos en esta ocasión en torno a la figura de Santo Tomás de Aquino –coincidiendo con la celebración de su festividad- y asimismo al análisis siempre somero y siempre profundo que precisa el mensaje de fondo del Año de la Fe. Mensaje que se deslinda y se fortifica en la anunciada necesidad de una Nueva Evangelización. El párroco de San Miguel y Académico de Número de ésta de la Real de San Dionisio don Ángel Romero Castellano ocupó la tribuna de oradores –tras ser presentado por el también Académico de Número Francisco Garrido Arcas- para abordar  “la fe tratada por un teólogo, Santo Tomás de Aquino, y la fe propuesta por un pastor, el Papa”. Además de un subrayado realce de su biografía y su obra tanto intelectual como religiosa, Ángel Romero indicó que “Santo Tomás ha sido considerado como una de las personas de más relieve cultural de los dos milenios. Lo que distingue a Santo Tomás es que en él se unen las tres ramas de la sabiduría: la Filosofía, la Teología y la Mística”. “El Tercer Milenio ha comenzado –apostilló Romero Castellano- y Santo Tomás ha de considerarse el pionero de la Nueva Evangelización. Una Nueva Evangelización cuyo análisis y cuya emergencia parte de la enorme manifestación de Fe que en Madrid pudimos comprobar con motivo de la JMJ –Jornada Mundial de la Juventud-. Después de aquello había que comenzar una Nueva Evangelización. Con atención a la coherencia entre la Fe y la vida cristiana, la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia y el diálogo con el mundo a través de un lenguaje del tiempo presente. La falta de vocaciones es uno de los problemas actuales. No es el momento de analizar este problema aquí, pero tengo el convencimiento de que Dios –que escribe recto con renglones torcidos- algo nos está diciendo con estas faltas de vocaciones”.