“Las hermandades de Jerez, al contrario que las de Sevilla, sí admitían mujeres -‘las cofradas’- en las Juntas de Gobierno durante la Edad Media. De hecho hemos hallado una ‘priosta’ al frente de una de estas cofradías”
La directora del Departamento de Geografía, Historia y Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Silvia María Pérez González habló este martes sobre ‘El origen de las cofradías’ en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras
La Real Academia de Ciencias, Artes y Letras dedicó este pasado martes su sesión semanal pública al estudio histórico del mundo de las cofradías. La prestigiosa ponente Silvia María Pérez González –directora del Departamento de Geografía, Historia y Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla- disertó sobre ‘El origen de las cofradías’. Corrió la preceptiva presentación de la ponente a cargo del Académico de Número Francisco Garrido Arcas. El presidente titular de la docta casa jerezana Joaquín Ortiz Tardío tuvo palabras de recuerdo a la memoria del académico José Ramón Fernández Lira (q.e.p.d.) a tenor de su intensa e inmensa dedicación –investigadora y artística- en pro de las hermandades de Semana Santa. “Las cofradías jerezanas –expuso la ponente- nacieron en la Baja Edad Media como las instituciones eclesiásticas más auténticamente laicales y de laicos. Todas ellas fueron hermandades, en tanto que fueron asociaciones constituidas a modo de cuerpo orgánico que tenían por fin ejercer obras de caridad o de piedad en su hospital, y cofradías, puesto que se dedicaban al culto público de Dios, un santo, María o Cristo. La documentación que sirve de apoyo al estudio de estas instituciones son los Protocolos notariales conservados en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Por ellos se estudian a las cofradías en su despliegue vital, en su relación con la sociedad que las había generado y que las alimentaba, haciendo gala de una religiosidad depurada por el tamiz de lo mundano, de lo eminentemente social, que afectaba a quienes intitulan esos documentos no tanto en su faceta de cristianos, miembros de la Iglesia que han de vivir de acuerdo con los mandatos por Ella establecidos, como cuanto en su vivir cotidiano, en el despliegue de las actividades que conforman su existencia terrenal”.
Así, los datos aportados por los asientos que los escribanos públicos elaboraron desde finales del siglo XIV hasta principios del siglo XVI “nos permiten conocer aspectos como el gobierno de las cofradías, el componente humano, el patrimonio, y el principio fundamental de su nacimiento y existencia, las actividades benéfico-asistenciales, que tuvieron como centro de su desarrollo el hospital cofrade”. La segunda parte de la ponencia abordó el análisis del origen de las procesiones de Semana Santa, “que no tuvieron lugar antes de 1520, y de sus características y composición. Estos desfiles procesiones tenían como motivo fundamental hacer una disciplina pública en la que derramar sangre al igual que Cristo la derramó en su Pasión para redimir a la humanidad. Por ello se hace necesario estudiar el origen de la devoción a la Sangre de Cristo, su conformación teológica, sus manifestaciones devocionales, sus artífices, hasta la eclosión de la flagelación en un acto público que tenía lugar en la noche del Jueves o Viernes Santo”. La conferenciante explicó cómo “más tarde el Concilio de Trento y sus reformas modificarán, entre otros ámbitos, la religiosidad medieval y con ello la estética, la composición y los fines de las procesiones de Semana Santa”. Es curioso cómo “al contrario que en Sevilla, en Jerez sí había mujeres, ‘las cofradas’, en las Juntas de Gobierno de las Hermandades durante la Edad Media. De hecho hemos hallado incluso una ‘priosta’ al mando de una de ellas”.