El poeta jerezano Manuel Francisco Reina presentó en la Academia su última obra ‘La Vocación del Zángano’
La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras celebró este pasado martes un nuevo encuentro con el género literario. Con el rotundo título La Vocación del Zángano se presentaba este poemario del autor jerezano Manuel Francisco Reina –un libro, una confesión a tiempo, una expresión del yo que, de entrada, supone una rareza dentro de la obra del escritor, así como igualmente una singularidad en el panorama literario y poético contemporáneo-. Valga decir: una rara avis en el corpus lírico de este autor, preocupado sin descanso por la reelaboración del lenguaje poético, de la metáfora, y la rica tradición barroca, ya que parte de una visión descarnada, sarcástica y mordaz del mundo, no exenta de melancolía, muy contemporánea, en la que se introducen elementos del hoy como la “telebasura”, “la crisis”, o la hipocresía, así como de la eficiencia salvadora o no de la cultura, no habituales del mundo poético.
Presidieron el acto el presidente titular de la Docta Casa Jerezana Joaquín Ortiz Tardío y el presidente de Honor de esta institución –recientemente condecorado con la Medalla de Oro del Instituto de Reales Academias de Andalucía- Francisco Fernández García-Figueras. Ejercieron de introductores y de presentadores de la obra en cuestión y del autor tanto el editor Víctor Alija como la poeta Josefa Parra. Cabe constatar que el salón de actos de la Academia, “pese a la cita paralela del partido del fútbol Barcelona-Real Madrid”, presentaba su aforo prácticamente lleno.
Aunque parezca un libro marcado por la contemporaneidad de los tiempos actuales, Manuel Francisco Reina aseguró que, “estos poemas, fueron escritos al albur de la crisis anterior, mi querido Fernando Quiñones conoció parte del mismo, tras las famosas Expo 92 y las Olimpiadas de Barcelona, en la que sufrimos una crisis económica similar, con todas sus manifestaciones socioculturales de pesimismo, crisis de modelos y de planteamientos que, visto lo que ha vuelto a suceder, no fueron resueltos entonces”. En ciertos aspectos, quiso asegurar que “recuerda las crisis históricas que dieron como resultado en nuestra historia literaria personajes como los pícaros, y obras poéticas satíricas barrocas, con figuras como Quevedo, Lope o Góngora, una de mis fijaciones desde adolescente”.El libro trae a nuestra tradición nombres de la actual literatura americana, sobretodo la chicana, con la que el jerezano estuvo en contacto en los noventa y de la que dio buena cuenta entonces en las páginas del suplemento Culturas de La Vanguardia, como son Jim Goad, y su propuesta de la “poética del exceso verbal”, sin renunciar a nombres controvertidos como Nietzsche, Óscar Wilde o Bukowsky, clásicos como Ovidio, poetas esenciales como Góngora, Antonio y Manuel Machado, o maestros andaluces como Pilar Paz Pasamar y Antonio Hernández.
Sin embargo, Manuel Francisco Reina declaró que “lo que algunos interesantes autores norteamericanos, curiosamente en lengua española, creen moderno, ya estaba en los clásicos grecolatinos. Calímaco, Marcial, y Catulo son ejemplos claros de esta poesía crítica, dura, y a veces procaz, que tenía incluso formas poéticas creadas para ello como el epigrama o la Invectiva que aquí se usan y reivindican”. En definitiva La vocación del zángano es “un conjunto de versos primordiales, un poemario fundamental, una declaración substancial de la transición humana desde la mentira consentida hasta la verdad que nos hace libres y nos mata, sin redención”.